jueves, 25 de marzo de 2010

42ªEntrada; La curiosidad...

Sólo quería saber de que trataba todo aquello.
Estaba hastiada de lo mismo de siempre, y ahora me había arriesgado a romper mi rutina, me había arriesgado a romper con todo lo que me ataba de un modo que yo no deseaba.
Había dejado el trabajo, a mi pareja y tenía total libertad para hacer lo que se me antojase.
Y lo que quería hacer era conocer.
Quería saber lo que era realmente vivir de forma apasionada y haciendo lo que a uno realmente le apetece. 
Llevaba demasiado tiempo haciendo lo que los demás querían.
Casualmente había retomado una amistad anterior a mi expareja y me había invitado esa noche a una fiesta.
Yo sabía que no iba a ser una fiesta normal, pero tenía curiosidad, y si a esa curiosidad le sumas el hecho de que aún no estaba acostumbrada a decir que no, pues sólo quedaba una opción, ir a la fiesta.
Sabía que sería algo diferente, pero como en mi armario me gusta tener un poco de todo me puse una minifalda de cuero negro tableada, con una camiseta de cuello chino ajustada y las botas de licra negra, con bastante tacón.
Me gustó cuando me miré al espejo.

Cuando llegue al sitio enseguida fui recibida por mi amigo, que me dejo al cuidado de su chica, esta me enseñó el local y me guió en mi primera visita a este mundo.
Recuerdo que en la pared frente a la barra, en la primera sala, se proyectaban fotografías, o quizá es que yo las recuerdo como fotografías cuando realmente eran vídeos.
Eran bastante atrevidas para lo que yo estaba acostumbrada.
Había chicas con fustas, tacones de aguja seguidos por medias negras de rejilla, hombres amordazados...
Y una que me llamó la atención, era una chica atada de un modo peculiar. 
No estaba atada a nada en particular, simplemente estaba atada a ella misma, y las cuerdas hacían un recorrido sobre su cuerpo realmente llamativo.
Mi acompañante se fijó en aquello que me había absorbido ese instante y prometió que me enseñaría como se hacía.

En la segunda sala el ambiente era diferente.
Todos vestían prendas de cuero, de látex o similares. Mi amiga aquí entonaba mucho más, aunque con su altura y los tacones resaltaba entre el resto de la gente.
Era como si flotase sobre el resto. 
Se la veía tan segura, tan poderosa y tan ella misma...
Iba con su brillante corpiño, los pantalones negros y la fusta, jugueteando y hablando con los invitados.
Estuvimos un rato por esta sala mientras nos tomábamos algo y dejaba mi abrigo y mi bolso en el ropero.

Por último me llevo a la sala de abajo, había que bajar unos escalones y era como entrar en los calabozos de una vieja mazmorra.
Abajo había varios objetos desconocidos para mí. 
Me quede allí gran parte de la noche, observando para que servían cada uno de esos objetos, me enseñaron como debía utilizar una fusta, para que servía un gato, vi como usaban el cepo y una cruz en X y entonces fue cuando vi las cuerdas.
Mi amiga apareció en ese momento, alguien quería que le enseñase a hacer un bondage. 
Yo no entendía nada, pero me pregunto si podía hacerlo conmigo.
Yo me fiaba de ella, y sentía que en ese momento, que esa noche, no podría decirla que no a nada, modo que acepté.
Ella cogió las cuerdas que yo había estado observando, esto incrementó mi curiosidad, me alegre de que me hubiese pedido ayuda, ahora sabría como iba aquello de las cuerdas.
Entonces paso la cuerda alrededor de mi cuello y paso los dos extremos por mi entrepierna, comenzó entrecruzar las cuerdas entre sí, a hacer extraños nudos por mi torso para más tarde dejar una pequeña distancia y atar mis muñecas entre sí.
Me sentí completamente sumisa ante ella, era una sensación nueva. Aunque no estaba segura de sí me gustaría que nadie más me sometiera de ese modo.
Más tarde aprendí que no me importa que me sometan según quién y cómo, pero esa noche fue así. Y me gustó.
Les explicó a la otra pareja que era un bondage sencillo, a mi no me lo parecía.
Nos paseamos mostrando su creación a los demás hasta que empezó el espectáculo.
Habían contratado a una pareja para que animase la fiesta.
El hombre llevaba anillas a lo largo de su cuerpo, boca, pezones, ombligo, genitales... y la mujer comenzó atándolas entre sí, este comienzo fue demasiado para mí. Quería experimentar y conocer pero había espectáculos que aún sigo siendo incapaz de contemplar.

Me cambié de sala y mi amiga me ayudó a desatarme.
Fué un momento realmente extraño, fué algo íntimo, seductor, delicado, memorable.

Esa noche aprendí muchas cosas, y muchos juegos eróticos que me contaron algunos invitados, ya que hablé con bastantes.
Me hicieron muchas propuestas, que no acepté ya que aún no me sentía preparada, pero sirvieron para subir mi ego.
Y me abrió los ojos a un nuevo mundo.

2 comentarios:

  1. Yo también quierooooo!!! :) Te vi atada, sin rostro, hasta me atrevería, según estas instrucciones a jugar, yaaaa...busco la cuerda!

    Me gustaron las imágenes que dio el texto :)
    Abrazos,

    ResponderEliminar
  2. Me alegro que te haya gustado. ;)

    ResponderEliminar