domingo, 14 de marzo de 2010

38ª Entrada; After Dark (Final)

La chica en cuestión era algo más conservadora que las últimas, o quizá tenía más instinto. 
El caso es que se me estaba resistiendo más de lo que planeé en su momento. 
Pero tenía que ser esta chica. En las últimas ocasiones me había vuelto menos cuidadoso. 
La policía se estaba volviendo loca, pensaban que yo era un asesino en serie algo excéntrico y con un toque de locura que consistía en que yo me creía un vampiro. 
Ilusos. 

Cada vez me importaba menos lo que pasase.
Si seguía así, sabía que en un par de semanas volvería a España a buscarla. Pero no hizo falta. 
Un latigazo golpeó mi espina dorsal cuando percibí su olor dentro del local. 
Hacía tanto tiempo de la última vez que me recorrió entero. 
La busqué desesperado, sabía que no estaba en condiciones de estar con ella, que esta vez había muchas posibilidades de que la matase, pero la encontré, y ella me estaba esperando con una perfecta sonrisa. 
Me acerqué lo más calmado que pude. 

-Hola.- Me saludo. 
-¿Qué haces aquí? 
Sólo sonrió. 
-No deberías haber vuelto. Sabes que esta ciudad no es segura para ti. 
-¿Y las otras si lo son? 
Era obvio que no, así que no pude replicarte. 
-Me gustaría seguir hablando contigo. Desde que te conocí he estado leyendo muchas cosas sobre vampiros y me gustaría saber cuales son reales. 
-¿Has venido buscándome? 
-Una vez que te han enseñado que existe el mundo en color quieres verlo todo. 
-Has salido curiosa. Pero no puedo hablarte de nada aquí, deberías saberlo. 
-Pues vámonos. 

Sabía que no debía aceptar tu oferta si no estaba dispuesto a matarte o convertirte, llevaba meses esperándote. 
-No tengo miedo, y he dejado las cosas resueltas por si ocurría algo.
Enfatizaste el ocurría y cogiste tus pertenencias. 

Salimos del local y te lleve al hotel al que solía ir antes de empezar a matar a mis victimas, quizá eso me ayudase a no matarte. 
Te sentaste en la cama y comenzaste a beber los zumos que había en la nevera de la habitación.
-Cuéntame más cosas. Quiero saber. 
-¿Hasta donde quieres saber? 
-Quiero saberlo todo.
Ese todo implicaba más de lo que decía. 

Te hablé sobre lo que sabía, lo bueno y lo malo, el dolor que se siente mientras va muriendo tu cuerpo, el placer de beber la sangre. La calidad con que se apreciaba el mundo, los sentidos y las sensaciones aumentadas. 
El gran remordimiento de hacer daño a las personas. 
El horror de vivir en soledad eternamente. 
-Pero cuando te transformaron, ¿no te quedaste con el vampiro que te transformó? 
-Viví con Elaysha mucho tiempo, pero acabas cansándote de la persona que tienes al lado durante años y cuando te sientes preparado y cansado de esa persona decidís recorrer el mundo separados por un tiempo. Algún día volveremos a andar juntos, pero aún no es el momento. 
-También te cansarías de mí. Aunque durante un tiempo estaríamos juntos. 
-Posiblemente durante años. Pero aún no es tu momento de dejar la vida. 
-Eso debería decidirlo yo, ¿no crees? 
Y tras decir esto te hiciste un corte sobre el pecho con uno de tus anillos. 
Podía haberte parado, pero no quería. 
Me miraste expectante. 
Deseabas que bebiese y yo no podía controlarme por más tiempo. 
Lamí tu pecho y después hinqué los dientes. 

Ese fuego volvía a recorrer mis venas. 
Era tan dulce, tan caliente. 

Me encantaba esta sensación. 
Me dejé llevar por ella durante varios minutos, entonces empecé a sentir algo más. 
Me sentía aletargado, cansado. 
No era capaz de beber más, apenas podía moverme. 
¿Acaso te había matado y había bebido toda tu sangre? 
No era posible, no había bebido tanto. 
Me separé de ti, te miré. 
Seguías consciente, me preguntabas si pasaba algo. 
Pero yo no era capaz de hablar, ese fuego que había bebido ardía en mi interior. 
Dolía. 

Entonces me miraste fijamente y tu rostro cambió por completo. 
-¿Porqué si los vampiros os quemáis con el fuego os empeñáis en beberlo? Todos hacéis lo mismo. 

Una sonrisa de suficiencia se formó en tu rostro mientras me consumía el fuego que corría por mis venas. 
Y esa expresión de satisfacción fue lo último que vi antes de que mi cuerpo se convirtiera en cenizas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario