sábado, 29 de octubre de 2022

Jugando

 - Chicos, tengo prisa, ¿os importa si os dejo a vosotros recogiendo? Os prometo que el próximo día os ayudo.

Asentimos y le decimos que no hay problema, que se vaya y ya recogemos nosotros.

Terminamos de guardar todas las fichas y cuando voy a meter el juego en la estantería te siento detrás. 

- Está ficha se ha escapado.

Miro tu mano y ahí está, un pequeño cubo verde.
Abro la caja, metes el cubo en su sitio, y te siento cada vez más cerca. 
Tu calor me envuelve y mi mente comienza a divagar.

Estas son las situaciones que me aceleran y me hacen pensar si por fin pasará algo más. 
Si nos atreveremos alguno de los dos a dar otro paso.
Sé que yo no, ya llevamos meses así y dudo que sea capaz, por muchas ganas que tenga.

Cierro la caja y mientras la meto en la estantería, tú, alargas tu mano pasándola por mi mejilla y acariciando mi pelo.
¿Puede ser que te animes? 
Tengo que reaccionar, no quiero perder esta oportunidad.  
No suele darse que nos quedemos a solas, creo que a los dos nos da miedo lo que pueda pasar.
Ninguno nos fiamos de nosotros mismos y por eso tratamos de no quedarnos a solas. 

No sé cuando haré alguna tontería y tampoco sé si realmente quieres que la haga o sólo te gusta tontear conmigo cuando no estamos cara a cara.

Entonces tu mano sigue hacia la estantería y coges una caja.
Parece que finalmente todo va a quedar igual. 

- Si no tienes prisa podemos echar otra partida.
- Hoy estoy totalmente libre.
- ¿Entonces jugamos una más?
- Podemos jugar a lo que tú quieras.
Te sonrío dejando claras las intenciones de mi respuesta por si acaso quieres continuar jugando. 

Levantas esa ceja y sonríes picaramente. 
- ¿ A lo que yo quiera?

Me hundo en tus ojos. 
No tengo claro si vas con verdadera intención o simplemente estás fanfarroneando pero es el momento de arriesgar.

- A lo que quieras.
- Hum... Recuerdo que en su momento dijimos que este juego puede estar interesante en modo Strip...

No me había fijado que habías cogido ese juego. 
Media sonrisa viene a mi boca. 
Parece que no es fanfarroneo.

- Si, hablamos de ello. 

Te quedas pensando un momento.

- No sé si seguir por este camino. Una vez que entremos ahí no habrá vuelta atrás, no podremos seguir como estamos ahora, y sinceramente, me gusta lo que hay. Este secretismo, este si pero no, este algo que es sólo entre nosotros...

Te miro y me doy cuenta que te sientes como yo. 

- Lo sé, me pasa lo mismo. Una parte de mi sabe que sólo con que me roces, puedo estallar en llamas, y quiere quemarse. La otra parte quiere tener cabeza, aunque admito que esta última cada vez es más pequeña. 

Coges el juego y te encaminas a la sala del fondo que es más pequeña e íntima. 
Te has decidido a seguir adelante. 
Te sigo, sin mirar atrás, sin querer pensar en el cambio que va a suponer. 
Voy a vivir el momento, y ya veremos qué pasa luego.

Desplegamos el juego y creamos una adaptación a las reglas.
Comenzamos a jugar. 

Eres el primero en responder que no tienes ningún número del que he preguntado y tengo que perder una prenda.

Te portas bien y me dices que me quite los zapatos.

El siguiente en fallar eres tú. 

No quiero ir de lista y te pido la misma prenda.
Es mejor ir poco a poco, queda mucho juego por delante, muchos nervios y muchas cosas que despejar en las cabezas. 
Aún no estamos totalmente seguros de estar haciendo lo correcto. 
De hecho, lo más probable, es que estemos haciendo lo peor que podíamos hacer.

Vuelvo a fallar, en este juego hay que estar muy concentrado y me es sumamente difícil contigo tan cerca.

- Esta vez voy a ser un poco malo, fuera los pantalones. 
Te miro y sonrio para mi misma. 
Si vamos a seguir, vamos ha hacerlo bien. 
Como se suele decir, de perdidos, al río.

Me levanto y me quito los pantalones muy lentamente, girándome y doblándome por la cintura despacio, deslizándolos por mis piernas hasta llegar al tobillo, quedando totalmente plegada a lo largo de mis piernas.

- Joder... eso sí es juego sucio, así no hay quien se concentre.

Me levanto y te miro satisfecha. 
Te saco la lengua mientras guiño un ojo. 

Es tu turno. 
Un par de preguntas después fallas.

- Levanta, que ahora van tus pantalones. 
Te levantas para quitártelos pero no dejo que pongas tus manos sobre el botón. 

- Mejor lo hago yo.
- Te estás inventando las reglas. 
-No, estoy aprovechando la falta de ellas.

Me pongo de rodillas frente a ti y te desabrocho el pantalón. 
Mientras los bajo con mis manos acariciando tus piernas, voy poniendo mis labios sobre ti, muy suaves, un roce leve, tranquilo y consigo que tu cuerpo reaccione con una erección que beso con cuidado, despacio, mordiendo el calzoncillo para que notes mis dientes a través de la tela, hasta que noto un pequeño espasmo. 
Me quedo muy satisfecha de lo conseguido y termino de quitarte los pantalones. 

- ¿Entonces jugamos sucio? Vale, ya me tocará a mi.
- Tú verás lo que haces en tu turno. 

Me siento en mi silla y seguimos jugando. 
Te noto un poco descentrado y aprovecho la situación para tratar de no volver a fallar. 
Voy acertando preguntas y descifrando tú clave.
De pronto dices:
- Ya tengo tu clave.

Me enseñas tus anotaciones, y  aciertas. 
Me estremezco pensando en lo que vas a pedir, estoy algo asustada por lo que puedas hacer, nerviosa, expectante. 
Siento tantas cosas que no me doy cuenta de que te has levantado y estás delante mía. 

- Parece que me tocan dos prendas.

Sonríes de soslayo. 
- Camiseta... Que te quito yo...

Te acercas.
Me pones de pie.
Me coges en volandas y me sientas sobre la mesa, eres más alto y te será más cómodo. 
Te agachas para coger el borde de mi camiseta y vas subiéndola poco a poco mientras tus manos acarician cada rincón por el que pasan, tus labios van besando despacio, tranquilos, sedosos, por mi vientre, mi abdomen y siguen subiendo hacia mis pechos.

- Me gustan estos sujetadores finitos... Se puede lamer sin necesidad de quitarlos.

Te entretienes en mis pechos, besándolos, lamiendolos y dando pequeños mordiscos en cada pezón sin necesidad de quitarme el sujetador. 
Cada soplido, cada mordisco o cada beso hacen que se endurezcan más. 
Mi cuerpo comienza a curvarse y de mi garganta sale un pequeño gemido que te anima.
Sigues quitándome la camisa y comienzas a besar mi hombro, vas hacia el cuello, el lóbulo, la clavícula... y por fin llegas a mis labios.
Me besas muy lentamente, saboreando cada segundo, cada movimiento de nuestros labios, nuestras lenguas, cada mordisco, cada exhalación.

Tiras mi camisa sobre el resto de ropa y pones tus manos sobre mis caderas.

- Y esta es la segunda prenda que elijo.

Metes tu mano entre mis bragas y comienzas a acariciarme.

Mi respiración se entrecorta. 
Ya no puedo pensar, no sé si esto está bien o no. 
Sólo sé que quiero más, que lo quiero todo.

- Por la humedad que toco deduzco que te ha gustado el juego.

Asiento mientras mi boca trata de articular alguna palabra, pero tu mano sabe lo que hace y no soy capaz de centrarme en nada más. 
Mi cuerpo actúa sin pensar.
Los gemidos salen de mi garganta.
Mi cuerpo se estremece.
Mi espalda se curva.
Mis manos te buscan.
Mi boca te reclama con cada exhalación. 

-Me encanta verte así. 
Susurras en mi oído.

Besas mi cuello.
Lo lames.
Lo muerdes.
Mientras, una de tus manos sigue en mi entrepierna y la otra me sujeta por la cabeza.
Todo mi cuerpo está disfrutando de puro deseo.

Mis manos bajan hacía tu entrepierna. 

- No sé si te lo has ganado, al fin y al cabo he sido yo quien ha acertado. 
- Bueno, tú verás, pero quería que disfrutasemos los dos, no sólo yo.
-Te aseguro que estoy disfrutando mucho de verte. Me gustaría ver como llegas antes de pasar a mi, y por tus jadeos, creo que voy por el buen camino. Tranquila, que ya habrá tiempo para mi, ahora disfruta.

Dices mientras te arrodillas frente a mí. 
Tu lengua comienza a lamerme y siento un nuevo destello de placer. 
Comienzo a gemir y salen más jadeos de mi boca.
Tú no cesas y mientras sigues lamiendo introduces tu dedo dentro de mí y lo mueves despacio, pero acompasado, tu boca succiona mi clitorix mientras tu mano sigue moviéndose  de manera experta. 

Es una sensación realmente placentera, algo que nunca había vivido.

Cada vez me cuesta más controlarme.
Mis gemidos aumentan de volumen y mi respiración es cada vez más agitada. 

- Voy a correrme.

Te separas un segundo. 
- No, aún no, ya verás. 

Entonces tu lengua comienza a jugar con mi clitorix mientras tus dedos siguen jugando en mi interior pero has cambiado el ritmo, el tipo de moviento. 
El placer aumenta, y llego al climax de un modo como nunca lo había hecho. 

Me miras satisfecho. 
Estoy toda empapada, excitada, despeinada, jadeando y ruborizada.  
Nunca antes había sido de esta manera.
Estoy extasiada y aún así quiero más. 

- Así sí. Me encanta verte, y oírte, disfrutar.
- Ahora te toca a ti. 

Te sonrío pícara y me bajo de la mesa. 

Ahora es el momento de devolverte todo el placer que me has hecho sentir, y puede, que después, sigamos jugando juntos.