viernes, 25 de noviembre de 2022

Tatuaje

- Me acaba de escribir Alex, llega un poco tarde.
- Que raro, ¿verdad? Lo de madrugar no le gusta nada.- Comento en tono irónico mientras nos sonreímos. 
- Bueno, ¿qué te apetece hacer mientras?

Te miro un poco pícara. 
-Podrías enseñarme los tatuajes. 
-Que ganas tienes de verlos.
-Soy una persona curiosa, ¿qué le voy a hacer?
-La curiosidad mató al gato.
-Pero, ¿me los vas a enseñar o no?

Me miras levantando una ceja y te quitas la camiseta mostrándome tu espalda tatuada.
Me acerco para verlos bien. 

-¿Puedo tocarlos?
- Tu verás. 

Extiendo mis manos y los acaricio despacio, pasando los dedos por cada trazo.
Recorriendo cada recta, cada curva, como si pudisee pintarlos en mi mente al repasartelos. 

Me voy olvidando de dónde estamos, de cómo estamos, y me voy acercando cada vez más a tu espalda.

Me llega tu olor y mi pulso se acelera.
Siento tu calor y me cuesta discernir lo que está bien de lo que no.
No sé cómo, sin darme cuenta, te beso la espalda.

- Ten cuidado que no soy de piedra.

Doy un pequeño mordisco.
-Ya lo veo.

Te giras. 
-En serio, estás jugando con fuego. 

Te miro.
-Quiero quemarme.

Me miras sin saber qué decir.
Te beso algo insegura.
Hasta que noto tus manos en mi cintura. 
Entonces me siento fuerte y abrazo tu nuca, y el beso se convierte en pasión y deseo.

-Creo que ya no puedo parar.- Susurras en mi oído.
-Eso espero porque no quiero que pares.

Mis manos te apretan contra mí y las tuyas no dejan de acariciar mi cuerpo, llegando a cada rincón, haciendo que cada una de mis terminaciones nerviosas desprenda una carga eléctrica que me acalora,  que traba mi respiración, que acelera mis pulsaciones. 

Mis manos te acarician, se deslizan hacia tu espalda mientras mis labios besan tu pecho, lamiendo tus pezones, mordiéndolos suavemente y apretándote más hacia mí,  tanto que noto como crece tu erección. 

Subes mi pierna hacia tu cadera para poder tocar mi muslo más cómodamente. 

Me siento toda tuya y es una sensación realmente maravillosa, sentirme deseada, sentir que alguien necesita el roce de mi cuerpo.

Me giras y tus manos entran entre mi camisa rozando mi pecho mientras tu boca besa mi cuello.
Mi pulso se acelera y mis manos buscan tu cintura, una se mete en tu pantalón y comienza a acariciarte tímidamente.
Tu cuerpo reacciona y la timidez se esfuma.
Una de tus manos baja por mi falda.
La metes entre mi ropa interior y tocas.

- Estás muy húmeda y caliente.
- No puedo evitarlo contigo tan cerca.

Noto como creces con cada una de mis palabras.
Te gusta saber que eres tú quién me hace sentir así. 

Mi mano te sujeta con más fuerza, ya no es una suave caricia, es un movimiento más enérgico, con un único propósito y tu respiración comienza a acelerar. 

- No sé si deberíamos seguir por este camino, Alex es un tardón pero llegará.

Entre pequeños gemidos consigo decirte que seguro que da para algo rápido. 

Me coges en brazos.

- Entonces mejor vamos al fondo.

1 comentario: