lunes, 25 de enero de 2010

Roseline

¿De verdad quieres saber mi historia? 
Te aviso que no he tenido una infancia bonita y feliz, en una casa con amor y paz. 
La adolescencia tampoco fue fácil, y ahora, cuando por fin era feliz y sabía lo que esa palabra significaba, todo ha desaparecido. 
Así que ya sabes. 
Aún puedes dejar de leer y dedicarte a cosas mas agradables... 

 No sé donde nací, tampoco sé que día. 
Sólo sé que un día se abrieron las puertas de la guardia de la ciudad y allí estábamos, yo y otros dos bebés. 
Como era habitual en estos casos nos acogieron, nos dieron nombre y uno de nosotros murió.

Sólo quedamos Jack y yo. 
A los cinco años empezó nuestro entrenamiento. 
Recuerdo que era como un juego, espadas de madera, flechas sin punta, siempre eran juguetes bélicos, lo más parecido a una muñeca que tuve eran los supuestos ladrones y asesinos a quienes debíamos vencer. 
Con 10 años comenzamos nuestro entrenamiento de artes marciales, y a los 15 la formación especial de la guardia única. La rama más severa, una formación a la que sólo accedían huérfanos que no tenían nada que perder, ya que las nuestras, serían misiones...complicadas, por decirlo de algún modo. 
Con 20 años entramos en la guardia única. El trabajo no nos gustaba, pero eramos compañeros, y por fin teníamos un sueldo. 

Alquilamos una casa en las afueras de la ciudad, era pequeña, vieja y tenía goteras, pero era nuestra. 
Yo estaba mirando por la ventana los que haceres de la gente normal, los niños jugando, las parejas paseando... Miraba aquello con anhelo. 
-Rose, hay algo que quiero decirte desde hace tiempo.- Deje lo que estaba haciendo y le presté atención.
- Sé que nosotros nunca vamos a tener un amor romántico como puedan tener nuestros vecinos. Somos huérfanos, y no creo que nadie quiera saber nada de nosotros si conociese cual es nuestro trabajo. 
-Lo sé, pero eso no me impide que observe como otros disfrutan lo que yo no tengo. 
-Sé que entre nosotros no hay más que una relación fraternal, somos como hermanos, nos queremos como hermanos, pero podemos conseguir dinero, irnos lejos de aquí, casarnos, tener hijos y dejarles vivir una vida.- No me esperaba esa salida, debió notarlo.
- Sé que no es lo mismo, pero es lo más parecido a una vida que podemos tener. No nos amamos, pero no me gustaría que te casaras con alguien y esa persona te alejase de mí. Eres una parte de mí, llevamos juntos toda la vida. 
-Yo tampoco quiero dejar de estar contigo. Es como si fueses parte de mi, te conozco, sé como piensas y como actúas.
Me quedé pensando mientras volvía a mirar por la ventana. La gente parecía tan feliz. Yo quería conocer esa vida, pero no quería alejarme de Jack. Era una buena opción. 
Durante dos años estuvimos guardando el dinero que pudimos para poder escaparnos. Hacíamos los trabajos que nadie quería, asesinato, robo, espionaje. Todo aquello que nos retribuyese una gran cantidad de dinero. 
Cuando tuvimos lo suficiente hablamos con nuestros superiores, les explicamos que nos queríamos casar y abandonar la guardia. Sólo los superiores de la guardia acudieron a nuestra unión. En este mundo no tienes familia, no tienes amigos, no tienes conocidos, no tienes nada. 
 Antes de dejar la guardia nos pidieron una última misión. 
Era algo muy sencillo. 
Teníamos que recuperar unos papeles. 
La casa donde estaban no era difícil de asaltar, nosotros podíamos con aquello. Conseguimos los papeles sin problema, pero a la salida unos guardias nos vieron saltar, dieron la voz de alarma y seis hombres corrieron hacia nosotros. Salimos de allí, estábamos en una calle concurrida y había demasiada gente que podía salir herida, incluso muerta. 
Llegamos a un callejón y nos enfrentamos a ellos. 
Duraron poco, apenas unas cuantas cuchilladas, algo de pelea, y se había acabado. 
Me di la vuelta orgullosa de haber matado al último, eso significaba que después de tres meses había vuelto a superarle. 
Ese pensamiento me despisto, no me dí cuenta de lo que pasaba hasta que no le vi correr y ponerse en medio. La flecha de dio a él, yo maté a su agresor lanzándole una daga al corazón, murió en le acto, de haber sabido que la flecha estaba envenenada le hubiese matado muy lentamente. 
Jack murió mientras le llevaba a la enfermería del cuartel. Entregué los malditos papeles y fui condenada. 
El chico al que mate con la daga, el asesino de Jack, era hijo de alguien importante. Por supuesto su vida valía más que la de Jack, él era de sangre noble. 
Maldito niño mal criado. 

Alguien abrió mi celda, tiro mi juego de dagas dentro y se marchó. Ahora no sé donde ir, no tengo casa, no tengo familia, no tengo trabajo. 
Sólo quiero correr, no, sólo quiero matar.
No sé a quién ni donde, pero encontraré a alguien que lo merezca, y no dudaré un segundo.

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